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lunes, 7 de julio de 2008

Como los Hijos Crian a los Padres


Los hijos moldean nuestras almas

Dele a Dios gracias por sus hijos porque son los que lo hacen crecer en madurez espiritual. Mucho más que preocuparse en corregir, convertir o aconsejar a sus hijos, dele gracias a Dios por lo que sus hijos lo están enseñando a usted.

¿En qué pensábamos?

Al principio, la mayoría de nosotros no consideramos el costo emocional y espiritual de ser padres. Y aun si pudiéramos considerar el precio, sería imposible comprender la clase de viaje que emprendemos.

Y Dios ¿en qué estaba pensando?

Un problema es que somos muy dados a guiar a nuestros hijos. Caemos en la actitud, “Mi hijo me debe mucho”. Nunca ha habido otra época en que los padres gastaran más dinero, tiempo y energía en complacer a sus hijos. Y tampoco ha habido una época en que los hijos les mostraran a sus padres menos respeto, afecto y honor. El primer paso hacia una solución es reconocer que nuestro foco está fuera de lugar. El foco está casi siempre en qué hacer con su hijo, no en lo que significa llegar a ser un buen padre. Participar en más actividades enfocadas en los hijos nos hace creer que mejoramos, aun cuando se ahonda nuestro resentimiento hacia nuestros hijos.
Es tan difícil creer que la intención de Dios es que nuestros hijos nos enseñen tanto como es sus intención que preparemos y guiemos a nuestros hijos?¿Por qué es tan inconcebible que Dios diseñara a un hijo para que sea el ser humano mejor calificado para frustrar y hacer añicos la arrogancia y la justicia propia de un padre? ¿y por qué no ponemos esta responsabilidad de aprender a la misma altura de la responsabilidad de un padre de dar forma adecuada al corazón y a la mente de un niño?

Si queremos ser buenos padres, debemos aprender a leer a nuestros hijos, y eso requiere aprender a escucharlos, lo cual es una de las tareas más difíciles y absorbentes de la vida.
Un cambio en nuestra perspectiva no solo aumentará nuestro gozo y libertad en la crianza de nuestros hijos, sino que a largo alcance invitará a nuestros hijos a convertirse en herederos de la vida eterna.

ESCUCHE LA VOZ DE SUS HIJOS

Para madurar debemos aprender a sufrir y a no ceder ni endurecernos. Para madurar debemos aprender también a disfrutar el gozo y a no exigir que permanezca con nosotros, sin fabricar una falsedad cuando se va el gozo. Es posible que existan muchas otras maneras de medir la madurez, pero todas bailan al compás de la música del gozo y el dolor.
La manera en que aceptamos, o nos negamos a conservar, el dolor y el gozo definirá nuestras vidas. Si capitulamos al dolor, nos convertiremos en cobardes. Si permitimos que el dolor nos endurezca, nos enfriaremos y al final llegaremos a ser crueles. Si exigimos la permanencia del gozo , nos carcomeremos. Y si creamos un falso gozo, nuestras vidas van a estar llenas de impulsividad y adicciones. La vida exige que maduremos o que nos estanquemos. Tan difícil como es enfrentar esta verdad en referencia a mi propia vida, es aun más difícil comprenderla en cuanto a mis hijos. Sé que debo sufrir, luchar, madurar y algunas veces fracasar en madurar. Sin embargo, cuando esta realidad muestra ser tan verdadera para mis hijos, casi no lo puedo soportar.

La voz del dolor

Es más, a menudo mis esfuerzos para advertirles o impedir peligros, o incluso saltar frente al tren que se aproxima, intensifican sus sufrimientos e interfieren en el proceso de su madurez. Así que, ¿cuándo salto para protegerlos y cuándo me quedo inmóvil, en angustia, solo mirando y esperando? ¡Quiero respuestas y soluciones!
Algunas veces lo único que puedo hacer es ofrecerles un gesto heroico, no importa lo fútil que sea, y hay otras veces cuando me resulta fácil hacer algo, aunque debo permanecer quieto y dejar que el proceso se desarrolle solo. Quiero que mis hijos maduren, lo que no quiero es que maduren a través del sufrimiento. Aun así , no se puede tener lo uno sin lo otro.

La voz del gozo

Es uno de los componentes más antiguos de la vida. Queremos tener éxito y sentimos algo como el gozo cuando triunfamos, No obstante, se estuviéramos convencidos de que el gozo se basa en la actuación, nos sentiríamos cada vez más presionados a triunfar. Y mientras mayor sea la presión, más propensos seremos a fracasar. Así, el gozo intensifica el dolor.

CÓMO LOS HIJOS CRÍAN A LOS PADRES

No hay dudas sobre la responsabilidad de los padres en criar a los hijos. Somos mayores, más sabios y tenemos más experiencia. Los golpes de la vida nos han preparado para ver más allá de la calamidad actual o del corto, pero a la vez exuberante, éxito. Nosotros los padres tenemos que ser los mayores, los entrenadores, los consejeros, los mentores de nuestros hijos, los que los que los animamos. En otras palabras, los padres debemos ser padres.
Sin embargo, para ser buenos padres debemos permitir que nuestros hijos les den forma a nuestra vida. No solo debemos guiar y formar a nuestros hijos, sino que también debemos ir a ellos como estudiantes de la vida. Si lo hacemos así , nuestros hijos crecerán y llegarán a ser adultos maduros capaces de ofrecernos una muestra del cielo. Así se derrama la bendición en ambos. Llegar a ser buenos padres en un proceso de aprendizaje, que no implica que sigamos una lista de reglas. Aunque, para tener éxito en este proceso de aprendizaje, debemos deshacernos de dos mitos dominantes: Debemos deshacernos del mito que dice que la influencia apropiada garantiza los resultados deseados, y debemos descartar nuestra firme fe en el poder de que los buenos principios garantizan el éxito.

¿GARANTIZA EL REALIDAD LA INFLUENCIA ADECUADA LOS RESULTADOS DESEADOS?

Suponemos que si les damos a nuestros hijos un buen hogar lleno de amor, experiencias positivas, disciplina, una buena educación y suficientes oportunidades para el éxito, van a pasar de la niñez a la adolescencia con pocos escollos. Esperamos que una buena vida familiar lleve con facilidad a nuestros hijos a graves de la universidad al matrimonio, a formar una familia, carrera, iglesia y responsabilidades civiles, y si no es con completa facilidad, al menos con la suficiente confianza. Creemos que este proceso es inevitable, la relación de causa-efecto de la crianza responsable de los hijos que produce los adultos bien ubicados y productivos del mañana.
Nos aferramos a este mito de la buena influencia como si fuera una promesa de Dios, antes que verlo como el pensamiento religioso con más deseos que en realidad es esperanza. El mito comienza con la suposición de que la mayoría de los hogares de la clase media tienen al menos un padre o una madre en ellos, tal vez dos, que proveerán cuidado suficiente y supervisión para ayudar a sus hijos a progresar desde la niñez hasta una edad adulta de éxito, y no solo una edad adulta de éxito, sino un nivel de logros cuando son adultos que excede al de sus padres. Nuestros hijos se pararán sobre nuestros hombros y saltarán al próximo peldaño en la escalera ascendente de movilidad o algo así según la lógica. Si hacemos nuestra parte, está prácticamente garantizado que nuestros hijos llegarán a una madurez personal, social y espiritual obtenida por nuestro arduo trabajo, oración y fe.

Es difícil argumentar contra esta suposición. En la superficie, el poder de la buena influencia parece inexpugnable. Las investigaciones sugieren, sin embargo, que los padres son ingenuos si suponen que su influencia y participación producirá la próxima generación de adultos maduros y productivos de manera automática.

¿GARANTIZAN EN REALIDAD EL ÉXITO LOS BUENOS PRINCIPIOS?

Todo esto nos lleva al mito número dos: nuestra firme fe en el principio del poder de los buenos principios. Mis padres estaban satisfechos con mantenerme ocupado realizando actividades saludables ( fuera de la cárcel). Se aseguraban de que hiciera mis tareas escolares, que participara en los deportes y que practicara el instrumento que tocaba en la banda. La crianza de los hijos no se comparaba a la ciencia que estudia el espacio, tampoco requería que se pensara mucho. Exigía una mano firme u un compromiso sin doblez a la meta de producir hijos que lograran más de los que lograron sus padres.
Sin embargo, eso fue en aquel entonces. Los cambios culturales han hecho que la crianza de los hijos sea un llamado mucho más exigente y arriesgado.
La vida no se desarrolla en una línea recta y nuestros hijos no son programas de computación. La crianza de los hijos está lejos de ser una ocupación científica, es complicada y riesgosa y es un gran paso de fe. Aun el mejor conjunto de principios no logra responder a la pregunta más importante sobre la crianza de los hijos: ¿Qué debo hacer en realidad para asegurarme de que mis hijos van a salir bien?

ESCUCHEMOS LAS PREGUNTAS CENTRALES

Comenzando con el primer día fuera del vientre de la madre, todo niño formula dos preguntas principales: ¿Mi aman? Y ¿Puedo salirme con la mía ¿ Estas dos preguntas nos marcan para el resto de la vida, y las respuestas que recibimos establecen el rumbo de la forma en que vivimos.

LA RESPUESTA PELIGROSA Y DEGRADANTE

Los padres que por lo general responden a las dos preguntas con “Si” , puedes salirte con la tuya. Y “No” , no te aman, crían hijos que aprenden que a sus padres no les importa lo que hacen y que no los disfrutan. Debido a que los padres no están dispuestos a sufrir la difícil situación de imponer los límites ni a aceptar el gozo de amar en verdad a sus hijos, su hogar es falto de sentimientos y cruel.

Estos padres fracasan tanto en reflejar la fortaleza de Dios como su misericordia. Los hijos necesitan experimentar la fortaleza de los límites impuestos y de la disciplina apropiada tanto como la bendición de ser amados por completo. El hogar que no refleje ninguno de los dos aspectos del carácter de Dios será o abusivo de forma directa o , en el otro extremo, los padres se desvincularán y alejarán tanto en lo emocional que ni se darán cuenta de cuándo un hijo entra o sal.

LA RESPUESTA INDULGENTE Y DISTANTE

Muchos padres responden “Si”, puedes salirte con la tuya y “Si, te amamos”. A sus hijos les falta fortaleza y crecen conociendo solo una ternura falsa. A menudo estos padres son pudientes, universitarios que se preocupan más de la imagen pública y de als apariencias que de los corazones de sus hijos. Demuestran el amor a través de los regalos, la provisión de una niñera como una madre sustituta, o protección excesiva, o cuidados extraordinarios. A menudo los hijos son equilibrados y competentes, pero les falta la fuerza de convicción y carácter que se desarrolla mediante los golpes que se dan contra límites consecuentes.

LA RESPUESTA ATADA A REGLAS Y MONÓTONA

Los padres que responden no y no: “No te puedes salir con la tuya y No eres nuestro gozo y deleite, a menudo establecen un hogar conservador caracterizado por reglas severas, consecuencias claras y altas demandas en los hijos. Al mismo tiempo, a este tipo de hogar a menudo le falta ternura, humildad, risas y lágrimas. Los hijos se desempeñan bien, obedecen las reglas y tienen éxito mediante el trabajo duro y la perseverancia. Lo que les falta es pasión, rarezas, espíritu de travesura y visión.

LA RESPUESTA DE LA FORTALEZA Y EL DELEITE

La cuarta opción es la única respuesta adecuada a las dos preguntas centrales de todos los hijos: “Si, te amamos más de lo que crees y No, no te puedes salir con la tuya”. Estas dos respuestas les brindan a los hijos la fortaleza que se preocupa por su bienestar y el deleite de que
Los amen sin condiciones. Es triste que esta combinación sea la menos común entre las respuestas que reciben los hijos de hoy en día. Demasiados padres y madres evitan la incomodidad y la inconveniencia que vienen cuando se responde con no a la segunda pregunta. Mientras tanto, la falta de disposición de adoptar el gozo impide que muchos padres respondan a la primera pregunta con un rotundo sí.

Nuestros hijos anhelan saber que los amamos de forma incondicional, en los fracasos y los éxitos, sin importar lo que digan o hagan. Y, mientras que pocos lo admitirían, anhelan de todo corazón experimentar la seguridad y el bienestar que llegan con los límites apropiados. La mejor parte de escuchar a nuestros hijos a medida que continúan formulando estas dos preguntas es que nos invitan a traer un cambio positivo en sus propias vidas y en las nuestras.

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