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martes, 30 de septiembre de 2008

ALIMENTACIÓN INFANTIL: DE LA LECHE A LA COMIDA

La primera y mejor alimentación de un bebé es sin duda la lactancia materna. Pero a partir de los 6 meses de edad la leche materna ya no es suficiente para cubrir las necesidades nutricionales del bebé, por lo que es el momento de agregar a su dieta nuevos alimentos, que lo ayuden a su óptimo crecimiento y desarrollo.

Según las normas de la Academia Americana de Pediatría, hasta los 6 meses el niño debiera ser alimentado exclusivamente con lactancia materna o fórmulas lácteas similares a ella y, a partir de entonces, comenzar a introducir comidas en base a verduras que no produzcan alergias o cólicos, como zanahorias, papas, espinacas y porotos verdes, además de carne o pollo desgrasados.

Los especialistas recomiendan introducir un alimento cada vez, agregando uno nuevo por semana. A esta edad, el niño está fisiológicamente preparado para recibir poco a poco otros alimentos, porque puede sentarse y posee el reflejo de deglución. La leche, aún introducidos los primeros alimentos sólidos, sigue siendo el alimento más importante y nunca debe eliminarse, ya que aporta las proteínas, minerales y vitaminas que un niño necesita en su etapa de crecimiento.

Paso a paso en la alimentación

Según los expertos, muchas veces el introducir el almuerzo a la dieta de un niño pequeño puede no ser tarea fácil. En esta etapa es normal y esperable un rechazo inicial a nuevos sabores, texturas, olores o temperaturas, por lo que debe reiterarse el ofrecimiento en dos o tres oportunidades en días distintos. Si el rechazo persiste debe suspenderse temporalmente e intentar nuevamente más adelante.

El doctor Carlos Castillo, pediatra y especialista en nutrición infantil, sostiene que por ejemplo, “las primeras veces que un pequeño ingiere ciertas verduras tiende a rechazarlas, pero la segunda, la quinta o la décima vez aprenderá a tolerarla, siempre que la mamá no lo convierta en un conflicto”.

La primera alimentación sólida debe ser del tipo papilla, licuado-espeso, no seco, de sabor neutro y sin azúcar ni sal. No debe tener grumos ni trozos de fibras, ya que pueden estimular el reflejo de evacuación. La cuchara con que le dará la comida debe ser pequeña, de contornos lisos y suaves, idealmente con punta de goma.

Algunos pediatras recomiendan comenzar con postres, ya que se asemejan en la dulzura a la leche materna. Otros profesionales, en cambio, aconsejan hacerlo con una papilla de verduras y carne, porque después podría sentirla desagradable en comparación con la de frutas. Ante ambas posibilidades es conveniente consultar con el pediatra, quien indicará cuál es la más conveniente para cada niño y cuándo es el momento más propicio para comenzar con el nuevo tipo de alimentación.

La primera papilla

Para que las primeras comidas sean nutritivas y balanceadas deben incluir carnes rojas (vacuno), carnes blancas (ave), cereales, verduras y frutas. Deben prepararse con aceite 100% vegetal, preferentemente soya o maíz, pero nunca con aceite de oliva, pues no tiene los ácidos grasos que el niño necesita.

Normalmente se comienza reemplazando la mamadera del mediodía por una papilla de verduras, carne y cereal de arroz, ya que éste no contiene gluten. El gluten es una sustancia que se encuentra en cereales como el trigo, la cebada, el centeno y la avena, y que puede provocar intolerancia en muchos bebés.

El Dr. Paul Harris, gastroenterólogo pediátrico, sostiene que la forma clásica en que se presenta esta intolerancia, conocida como enfermedad celíaca, es entre los 8 y 24 meses de edad, unos 3 a 6 meses después de la introducción del gluten a la dieta. Comúnmente es posible encontrar esta sustancia en alimentos como el pan y las galletas, entre otros.

El postre

Desde el momento en que se inicia la alimentación no láctea, es recomendable incorporarle un postre de fruta molida y, en ocasiones, yogur sin trozos de fruta. Al igual que la comida, es probable que los primeros días acepte sólo un par de cucharadas, pero al cabo de un tiempo es probable que se lo coma todo.

Las frutas más recomendadas para comenzar son la manzana y la pera, sin cáscara y molidas, preferentemente crudas. La introducción de otras frutas como el durazno y el damasco, por ejemplo, se hace de manera gradual, para variar los sabores. Las calorías que aporta el azúcar son innecesarias a esta edad, por lo que los especialistas recomiendan aplazar su incorporación a la dieta del bebé.

La segunda comida

Dos meses después de que se comenzó a dar una papilla a la hora de almuerzo, es el momento de incorporar la segunda comida, que reemplaza la toma de leche de las siete de la tarde. Esta comida debe tener las mismas características que el almuerzo, es decir, consistencia de papilla y una cantidad equivalente a una taza de té.

A los ocho meses de edad, si no hay antecedentes familiares de alergias alimentarias, se sugiere incorporar pescado (sin espinas), huevo y legumbres, por lo menos una vez a la semana. Se deben pasar por cedazo para que sean más fáciles de digerir. Al año de vida la mayor parte de los niños tienen dientes, por lo que es necesario incorporar alimentación con más consistencia. Para comenzar, es bueno reemplazar las papillas por comida picada muy fina. A medida que los dientes aparecen es posible incorporar pequeños trozos de alimentos para el niño comience a masticar.

Alimentos y alergias

Los problemas de alergia pueden ser detectados una vez que el niño ha presentado un cuadro de intolerancia, a través de vómitos, diarrea o brotes en la piel, o bien, por antecedentes familiares. Para prevenirlas es recomendable, cada vez que se introduzca un nuevo alimento, comenzar por pequeñas porciones y esperar tres días antes de incluir otro.

Estreñimiento

Es normal que después de una dieta exclusiva con leche materna un niño presente estreñimiento, porque según sostienen los especialistas el intestino está acostumbrado a un tipo de alimentación más bien líquida y tiende a ponerse un poco ‘flojo’. Los síntomas, generalmente son deposiciones excesivamente infrecuentes y secas. Debe consultar si esta tendencia perdura en el tiempo, ya que se supone debería ser un problema transitorio.

Lo que los niños no deben comer

Dentro de los alimentos considerados "no recomendables" o contraindicados antes del año de vida se encuentran:

• Miel de abeja. A pesar de ser un buen alimento no se recomienda su consumo hasta los 2 años, pues podría desencadenar botulismo infantil, una grave enfermedad que puede provocar parálisis del sistema nervioso e incluso la muerte.

• Nueces y Maní. Aunque no está del todo comprobado, se ha observado un aumento de dotes alérgicos ocasionados por estos frutos. Además, se podría producir aspiración, es decir, que en vez de tragar normalmente, el alimento se introduzca en las vías respiratorias. Su consumo se recomienda pasados los 4 años.

• Chocolates y saborizantes para la leche. No están indicados en la dieta infantil (hasta los dos años), pues poseen mucha grasa y azúcar. Además, el cacao puede provocar alergia.

• Jugos envasados y bebidas de fantasía. No son necesarios en la alimentación de los menores, pues aportan mucha azúcar, generan malos hábitos y quitan el hambre para recibir los alimentos imprescindibles. Por otro lado, los preservantes o aditivos pueden irritar el organismo del bebé que aún se encuentra en desarrollo.

• Leche entera. Durante el primer año, se debe privilegiar ante todo la leche materna y las fórmulas creadas especialmente para esta etapa del desarrollo, pues están enriquecidas con nutrientes específicos de acuerdo a las necesidades del pequeño, en cuanto a tolerancia gástrica, vitaminas es hierro.

• Frituras. Todos los "snacks" y las frituras caseras son inapropiadas para un niño, pues son muy dañinas y despiertan tempranamente el gusto por las grasas.

• Sal. Es preferible no introducirla, pues existe la posibilidad de que el niño presente una inmadurez renal. Además, la inclusión precoz de este elemento en la dieta se asocia a un aumento en el riesgo de hipertensión y enfermedades cardiovasculares en el adulto.

• Azúcar y golosinas. No se requiere su aporte en la nutrición infantil, por lo que evitarla ayuda a prevenir problemas de obesidad y diabetes en la edad adulta.

• Verduras Flatulentas. Las más comunes son repollo, coliflor, alcachofa, espárragos y algunas frutas como las sandías y los melones, ya que aumentan la aparición de cólicos.

• Alimentos con colorantes rojos (tartrazina). Presentes en jaleas y otros postres, porque pueden ser muy irritantes.

Fuentes: Dr. Carlos Castillo, pediatra y especialista en nutrición infantil; y el Dr. Paul Harris, gastroenterólogo pediátrico.
Adaptación: Emilio Iberbuden
www.obedira.com.py

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